Pasó la primavera, llegó el verano y Alón creció más alto, poco a poco iba creciendo mientras Julio y Abril lo miraban con orgullo. Le creció otra hoja como le había dicho la hormiga, de hecho le crecieron muchas hojas lindas de un color verde oscuro y brillante. El pequeño Alón empezó a sentir lo que es vivir en la Tierra. Sentía el sol darle calor a sus hojas como un abrazo, sentía la lluvia a veces suave como las caricias, a veces fuerte como un regaño y sentía sus raices estirarse hacia abajo profundo, profundo, profundo y todo lo que sentía le daba gusto. Era fuerte y orgulloso de estar vivo en este planeta en este momento.
--Julio,--dijo Abril un día, --¿Te diste cuenta del nido con tres huevos que está en mis ramas?
--Ah, sí, la mamá es un petirrojo, ¿verdad?
--Creo que sí. Pues, uno de los huevos está por romper el cascarón. Se mueve mucho.
--Así es, Abril, es natural.
--Sí, pero presiento algo, Julio, se me hace que este pajarito va a salir demasiado agresivo y presiento lo peor.
--No te preocupes, Abril, allá está su mamá para cuidarlo.
--Son traviesos, esos pajaritos, vas a ver. Tan pronto que se va la mamá a buscar comida es cuando salen del huevo y se van.
--A lo mejor tienes razón, pero ¿qué podemos hacer? Estamos aquí para amparar a las criaturas y de eso, somos buenos, ¿no es cierto, Abril?
--Sí, Julio, --suspiró Abril y se calló.
Entretanto, Alón gozaba del aire fresco y del calor del sol cuando de repente algo duro se le cayó encima y terminó en el suelo a su pequeño tronco. Era un pedacito de un cascarón azul, pero Alón no había visto un cascarón y lo miraba con curiosidad cuando algo aun más pesado se le cayó encima también para terminar en el suelo.
Uf, pensó Alón,
esto no es lluvia. ¿Qué será?Vio lo que parecía una bola negra al principio, pero en seguida empezó a cambiar de forma, estirando sus “brazos” a los lados y abriendo la boca para hacer pio, pio.
--¿Qué pasó? ¿Quién eres?-- preguntó Alón.
--Ay, me caí del nido. No sé quien soy. Bueno, creo que soy un pájaro y debo saber volar, pero no me sirven las alas, están muy pegajosas y no puedo volar.
--Ah, sí,--dijo Alón, --ahora sé, he visto muchos pájaros volar en el cielo y pararse un rato en las ramas de mi padre.
--¿Padre? Yo nada más tengo madre pero no tengo padre.
Alón le iba a preguntar por qué no tenía padre cuando tronó de repente y comenzó una lluvia bien fuerte.
--¡Tengo frío! –gritó el pajarito. --¡Ay, ay, ay!
--Acércate más a mi tronco y te cubro con mis hojas—dijo Alón. –Estarás protegido.
Entonces, el pajarito recien caído del nido se le acercó al pequeño tronco de Alón y allá se calentó y la lluvia no podía mojarlo.
(Continuará)
The Little Robin
Spring ended, summer came and Alon grew taller; little by little he was growing while Julius and April watched him with pride. He grew another leaf like the ant had told him, in fact he grew many beautiful leaves of a deep and shiny green. Little Alon began to feel what it means to live on the Earth. He felt the sun warming his leaves like an embrace, he felt the rain sometimes soft like caresses, sometimes strong like a scolding and he felt his roots stretching themselves downward deep, deep, deep and all of this brought him great pleasure. He was strong and proud to be alive on this planet in this moment.
“Julius,” said April one day, “ Have you noticed the nest with three eggs in it on my branches?”
“Oh, yes, the mother is a robin, isn’t she?”
“I think so. Well, one of the eggs is about to hatch. It’s moving a lot.”
“That’s the way it is, April, it’s natural.”
“Yes, but I sense something, Julius, it seems to me that this little bird is too aggressive and I fear the worst.”
“Don’t worry, April, his mother is there to take care of him.”
“These little birds are mischievous, you’ll see. As soon as the mother leaves to get food is when they break out of their shell and fly off.”
“You’re probably right, but what can we do? We are here to shelter the creatures and we are good at that, don’t you think, April?”
“Yes, Julius, “ April sighed and became quiet.
Meanwhile, Alon was enjoying the fresh air and warmth of the sun when suddenly something hard fell on him and ended up on the ground at his small trunk. It was a little piece of a blue egg shell but Alon had never seen an egg shell and he was looking at it with curiosity when something even heavier fell on him and also ended up on the ground.
Yikes, thought Alon,
this isn’t rain. What could it be?He saw what appeared to be a black ball at first, but right away it started to change shape, stretching out its “arms” to each side and opening its mouth to say cheep, cheep.
“What happened? Who are you?” asked Alon.
“Oh, I fell from the nest. I don’t know who I am. Well, I think I’m a bird and I should know how to fly, but my wings don’t work. They are very sticky and I can’t fly.”
“Oh, yes,” said Alon. “Now I know. I’ve seen lots of birds flying in the sky and resting for awhile on my father’s branches.”
“Father? I only have a mother but I don’t have a father.”
Alon was about to ask him why he didn’t have a father when all of a sudden there was a thunderclap and it started to rain quite hard.
“I’m cold!” shouted the little bird. “Oh, oh, oh!”
“Come close to my trunk and I’ll cover you with my leaves,” said Alon. You will be protected.”
So the little bird, newly fallen from the nest got close to Alon’s trunk and there warmed himself and the rain could not touch him.
(To be continued)
Soy Lorena.
10/13/07