Monday, October 22, 2007
Y Otra Vez el Otoño/ And Once Again, Fall
Pasó el tiempo y Alón seguía creciendo bajo la cuidadosa mirada de sus padres. Miraba al gato casi a diario andar en el pasto cazando insectos o acostarse en el sol para limpiarse la cara o jugar con una hoja seca bateándola con una pata.
Alón se imaginaba cómo sería si pudiera andar así, si pudiera caminar dóndequiera, si pudiera correr en el pasto, si pudiera ir lejos de aquí. Pero realmente no tenía idea cómo se sentiría si pudiera hacer todo eso. Lo único que se sentía de verdad fue frustración de no tener esa libertad.
Entonces Alón soñaba despierto con correr como el gato o volar como Chico cuando se dio cuenta que una de sus hojas estaba roja en la punta.
--¡Mamá, papá!--gritó. –Mira, mi hoja ya no es verde, tiene una parte roja. ¿Qué me pasa? ¿Qué me pasa?
Julio se rió entre dientes. –No te preocupes, m’ijo, no es nada.
--Alón querido,--le dijo su mamá. --Ya termina el verano y viene el otoño. Tus hojas van a cambiar de verde a un color rojo muy oscuro y muy bello.
--¿De veras?—preguntó Alón.
--Sí, nuestras hojas se ponen muy bonitas antes de se sequen y se caigan.
--¿Se secan y se caen?—lloró Alón. ¿Qué voy a hacer sin mis hojas? No quiero estar pelón. Además de que no puedo andar en ningún lado, ahora se me caen las hojas y me quedo pelón.—
Alón empezó a pensar que su existencia iba a ser totalmente inútil. ¿Por qué nació? ¿Para hacer qué? ¿Para ser un palo pelón parado el resto de su vida sin poder hacer nada? Ay, qué difícil es vivir en este planeta, pensó.
Pero su papá se dio cuenta de lo que Alón pensaba y le explicó que parte de ser un roble era perder sus hojas a pasar el invierno tranquilo y medio dormido para despertarse otra vez en la primavera y crecer hojas nuevas y bellas. La Naturaleza lo creó así y todo era perfecto.
Pero Alón no estaba convencido.
(Continuará)
And Once Again Fall
Time went by and Alon kept on growing under the watchful eye of his parents. He watched the cat almost every day trek around the grass chasing insects or lie down in the sun to clean his face or play with a dried up leaf batting it with his paw.
Alon imagined what it would be like if he could go around like that, if he could walk wherever he wanted, if he could run in the grass, if he could go far away from here. But in reality, he had no idea what it would be like if he could do all of that. The only real thing he felt was frustration at not having that freedom.
So Alon daydreamed about running in the grass like the cat or flying like Chico when he became aware that one of his leaves was red on the tip.
“Mom, Dad!” he shouted. “Look, my leaf is no longer all green, it has a red part. What’s happening to me? What’s happening to me?”
Julius chuckled. “Don’t worry, my son, it’s nothing.”
“Dear Alon,” his mother said to him, “summer is ending and fall is on the way. Your leaves will change from green to a deep and beautiful red color.”
“Really?” asked Alon.
“Yes, our leaves become very pretty before they dry up and fall off.”
“They dry up and fall off?!” cried Alon. “What am I going to do without my leaves? I don’t want to be bald. Besides not being able to go anywhere, now my leaves fall off and I end up bald.”
Alon was beginning to think that his existence was going to be totally useless. Why was he born? For what purpose? So he could be a stripped stick standing there the rest of his life unable to do anything? Oh, how difficult it is to live on this planet, he thought.
But his father realized what Alon must be thinking and explained that being an oak tree meant that you drop your leaves in order to spend the winter peacefully and half asleep so that you can wake up again in the spring and grow new and beautiful leaves. Nature created it that way and everything was perfect.
But Alon was not convinced.
(To be continued)
Soy Lorena.
10/22/07
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