Tuesday, October 16, 2007

"Chico"

El pajarito se quedó tres días amparado bajo las hojas de Alón esperando a que sus alas agarraran fuerza para poder volar. Chillaba mucho y se quejaba de todo pero Alón aguantó sus chillidos e hizo lo posible por ayudarlo.

--¿Cómo te llamas, pajarito? Prefiero que tengas nombre para que no esté diciendo “pajarito” todo el tiempo,--le dijo Alón.

--No tengo nombre. Cuando salí del cascarón en seguida me caí y mi mamá no tuvo tiempo a nombrarme.

Empezó a sorberse un poco.

--Entonces,--dijo Alón, --te voy a llamar “Chico” porque eres chico y…pues, no sé que más te quedaría.

--Como quieras,--dijo “Chico” con un poco de desdén.—A mí no me importa lo que me digan porque lo importante es que no estoy contento.

--¿Por qué?—preguntó Alón.

--Está muy duro el pasto aquí….me duelen los pies,--dijo Chico.

--Mis ramitas son pequeñas todavía,--dijo Alón, --pero creo que podías posarte allí para que tus pies ya no estén lastimados. Todos los pájaros se posan en las ramas de los árboles.

--¿No ves que todavía no puedo volar?—dijo Chico con impaciencia. --¿Cómo voy a llegar allá?

--Pues, puedes brincar, ¿no?—sugirió Alón.

--¡No, no puedo brincar, ¿cómo crees?! Soy pequeño y me duelen los pies. ¡Ay, no hubiera salido del nido, ay, ay, ay! ¿Qué voy a hacer?

Empezó a llorar de nuevo. En realidad Alón quería ayudar a su nuevo amiguito, pero no era fácil por mucho que intentaba. Entonces, suspiró y se dio por vencido con la ilusión de que pronto Chico aprendiera a volar y se fuera al cielo con los otros pájaros.

Chico hacía tanto ruido con su lloriqueo que Alón no vio ni oyó el gato que le picó la curiosidad al escuchar al pajarito y sus chillidos. Con mucha cautela iba acercándose a Chico como saben hacer los gatos, gateando con la panza cerca de la tierra medio escondido por el pasto y las hierbas.

(Continuará)

Chico

The little bird stayed three days sheltered under Alon’s leaves waiting for his wings to become strong enough for him to fly. He cried a lot and he complained about everything but Alon put up with his whining and did what he could to help him.

“What’s your name, little bird? I want you to have a name so I don’t keep on saying “little bird” all the time,” Alon told him.

“I don’t have a name. When I hatched I fell right away and my mama didn’t have time to name me.”

He started to sniff a little.

“So,” Alon said, “I’m going to call you ‘Chico’ because you are little and…well, I don’t know what else would fit you.”

“Whatever,” said ‘Chico’ with a touch of disdain. “I don’t care what anybody calls me because the important thing is that I’m not happy.”

“Why?” Alon asked.

“The grass is very hard here…my feet hurt,” said Chico.

“My tender branches are still small,” said Alon, “but I think you could perch there so that your feet would not be hurt. All birds perch on tree branches.”

“Don’t you see that I still can’t fly?” Chico said impatiently. “How am I going to get up there?”

“Well, you can jump, can’t you?” suggested Alon.

“No, I can’t jump, how can you think that? I am small and my feet hurt. Oh, I never should have left the nest, oh, oh, oh. What am I going to do?”

He started to cry again. Alon really did want to help his new little friend, but it wasn’t easy no matter how hard he tried. So he just sighed and gave up with the hope that soon Chico would learn to fly and go up to the sky with the other birds.

Chico was making so much noise with his sniveling that Alon didn’t see or hear the cat whose curiosity was peaked when he heard Chico’s whining. With much stealth he began to get close to Chico as only cats know how, creeping with his tummy close to the ground, half hidden by the grass and weeds.

(To be continued)

Soy Lorena.
10/16/07

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