Sunday, December 14, 2008

Dos Días Sin Luz

Durante la noche del 11 de diciembre oía el rompimiento de unas ramas pesadas. Parecía que alguien estaba cortándolas, pero ¿cómo? Era media noche y llovía a cántaros. Había llovido todo el día, el sonido monótono de las gotas cayéndose en la tierra hora tras hora, pero lo bueno fue que no era nieve ni aguanieve ni granizo, era agua nada más. ¿Qué daño podía hacer el agua?

Cuando me desperté el día siguiente no podía ver mi reloj digital al lado de mi cama. Lo voltee hacia mía, pero sólo vi la oscuridad. Ah, pensé, se fue la luz. Teo andaba levantado y cuando regresó a la recámara, le dije que regresara a la cama, sin luz, ¿qué se puede hacer? No logramos a volvernos a dormir; nos quedamos así, platicando un poco, esperando.

Si fuera simplemente vivir sin luz, no sería tan difícil, pero tampoco teníamos calefacción, ni agua suficiente para bañarse ni siquiera cepillarse los dientes porque tenemos pozo y funciona sólo con la electricidad. ¿Qué más?

No estufa, (estufa eléctrica), no orno de microondas, no computadora, no radio, no tele, (la tele no me importaba porque nunca la veo), no liquadora para preparar nuestros liquados que siempre tomamos en las mañanas.

Por fin nos cansamos de estar en la cama y nos levantamos, Teo para afeitarse en la oscuridad con su máquina de afeitarse de pilas y yo a buscar ropa caliente en nuestro closet. ¿El desayuno? Comimos plátanos con crema de cacahuate.

Me puse a pensar: ¿Cuántas personas en el mundo viven sin luz y tienen el agua a varios kilómetros de la casa (o choza)? Qué malacostumbrados estamos. Tomamos tanto por sentado. Oh, y además, tampoco tenía teléfono porque había cambiado mi servicio al cable, el mismo de mi computadora para ahorrar dinero, pero por suerte el teléfono de Teo servía y tenía mi celular.

Las puertas de la cochera normalmente funcionan con el control remoto, pero hoy no. Tuvimos que levantarlas a mano y no querían quedarse arriba, así que mientras Teo sacaba su coche, yo me paraba en un banco deteniendo la puerta. El hizo lo mismo para mí y dejé mi coche afuera en la lluvia. Todavía llovía. La temperatura estaba en cero (centigrados) y había hielo en todas las ramas de los árboles; de vez en cuando se rompían por el peso del hielo y hacían ese ruido “craac” antes de caerse al suelo.

Teo fue al trabajo y al rato me llamó por teléfono para decirme que era pavoroso manejar por la calle Liberty Square, (una calle que se tiene que usar para salir del vecindario) porque había cables tirados por todos lados y árboles enormes tumbados de los dos lados de la calle y algunos acostados encima de los cables estirándolos hasta lo máximo. Así que no nos iba a regresar la luz por mucho tiempo.

Decidí salir a buscar un restaurante en otro pueblo donde había luz y encontré Babico’s Café, un lugar donde vamos a comer de vez en cuando. Cuando llegué estaba atascado de gente, pero tuve suerte y encontré asiento en la parte donde tienen bancos redondos sin espalda que se giran, como tienen en Sanborn’s en México.

Más tarde como el arroyo ahora parecía río y corría desbordándose, nos dimos cuenta que podíamos llenar unas cubetas de agua para usar en el baño para limpiar los excusados con un chorro de agua. El agua del arroyo corría furiosamente y fue fácil llenar las cubetas, pero el momento de llevarlas arriba hasta la casa no era tan fácil o tal vez no éramos tan jóvenes. Teo llevó dos cubetas a la vez y yo una. Sentía los músculos de las nalgas trabajar fuerte y llegué a la casa agotada. No pude evitar de pensar en la gente que lleva cubetas de agua por kilómetros y a diario. Qué fácil es mi vida, qué bendecida soy.

Fuimos al cine en la noche más para calentarnos que para ver la película, pero fue buena la película y después cenamos en un restaurante cerca del cine. Regresamos a la casa fría y nos acostamos con dos cobijas encima de la cama. El día siguiente todavía no había luz. Salimos a desayunarnos y a regresar para empacar porque decidimos ir a la casa de mi hija en Boston, como una hora manejando de nuestra casa.

Qué rico tener calefacción y poder bañarse. Le ayudamos a mi hija pintar un cuarto y cenamos en el Sol Azteca cuando Teo me dijo que llamara mi número de teléfono en casa para ver que se oyía. Lo hice y escuché mi máquina de contestar con mi voz y todo. Entonces llamamos a la compañia del cable y a la compañia de luz para estar seguros y sí fue cierto. Ya había regresado la luz. Juntamos todo lo que habíamos llevado para quedarnos la noche con mi hija, incluyendo el gato y regresamos a la casa. Todas las luces en la casa estaban prendidas. Rapidito todo volvió a la normalidad y doy las gracias, muchas gracias por luz y calor y toda la riqueza que tenemos.
(Tomorrow English)

Soy Lorena.
12/14/08

No comments: