La niña abrió la puerta y salió corriendo a saltar en el pasto. Hacía sol y miró arriba a ver las nubes pasar.
--O, nubes,--dijo de repente, --¿Dónde está la respuesta? Pero las nubes siguieron su camino del oeste al este sin decir ni una palabra a la niña. Parecían pinceladas blancas contra el azul del cielo. A veces las nubes eran elefantes bailando o hipopótamos besándose o ángeles volando o lobos feroces o perros ladrando mudo. A veces las nubes eran simplemente nubes que pasaban sin despedirse aun. Cuando la niña no recibió respuesta de las nubes, decidió ir al bosque a preguntar al arroyo.
--Arroyo, lindo arroyo, ¿dónde está la respuesta? El arroyo tenía mucha prisa ese día y seguía corriendo rápido como si tuviera una cita mucho muy importante que no podía perder. La niña se sentó un rato en la orilla del arroyo a ver si las aguas aceleradas cambiarían de opinion para decirle dónde está la respuesta. Pero no dijeron nada. La niña echó una rama pequeña al agua y la miró flotar hacia el estanque. Entonces, se paró y la siguió hasta que la vio llegar en medio del estanque donde las aguas estaban más tranquilas.
--Estanque,--susurró la niña, --dime, por favor, ¿dónde está la respuesta? Las aguas del estanque casi no se movían, brillaban con los rayos del sol que destellaban encima creando ondas de luz. Pero el estanque no quiso decirle nada a la niña. Sin perder el ánimo, la niña pensó en preguntar los árboles. Los árboles son grandes, son viejos, tienen mucha sabiduría, deben de saber, tienen que saber, pensó.
La niña se acercó a un grupo de árboles impresionantes. Se paró bien derechita y en voz alta y fuerte dijo, --O, árboles majestuosos y sabios, les ruego que me digan ¿dónde está la respuesta? Esperó un buen rato con los ojos cerrados para que pudiera escuchar mejor. Nada más oyó las hojas susurrar en la brisa.
Con el corazón medio roto, salió del bosque y se sentó allá en el sol. Ahora sí perdió el ánimo. Empezó a llorar. Las lágrimas salieron sin querer, muchas y fuertes como las aguas del arroyo y no las pudo parar por mucho tiempo. Cuando ya creía que todo el agua de su cuerpo se había acabado y su cuerpo estaba cansado de tanto llanto, se acostó en el pasto tibio dejando su cara frente al sol para que los rayos le secaran sus lágrimas. Se durmió.
Cuando se despertó, se dio cuenta que algo había cambiado. Se frotó los ojos. Llegó el aire y murmuró en su oído,--antes de encontrar la respuesta, tienes que hacer la pregunta.
WHERE IS THE ANSWER?
The little girl opened the door and rushed outside to skip on the grass. It was sunny out and she looked up to the clouds pass by.
"Oh, clouds," she said suddenly, "where is the answer?" But the clouds continued on their way from the west to the east without saying a single word to the little girl. They looked like white brush strokes against the blue of the sky. Sometimes the clouds were dancing elephants or hipopotami kissing each other or flying angels or fierce wolves or mute barking dogs. Sometimes the clouds were just clouds that passed by without even saying goodbye. When the little girl did not get an answer from the clouds, she decided to go to the woods to ask the stream.
"Stream, beautiful stream, where is the answer?" The stream was in a big hurry that day and kept on rushing as if it had an extremely important meeting to attend that it could not miss. The little girl sat down on the banks of the stream to see if the waters would change their mind and tell her where the answer is. But they refused to tell her anything. The little girl threw a small branch into the water and watched it float toward the pond. Then she stood up and followed it until she saw it get to the middle of the pond where the water was calmer.
"Pond," whispered the little girl. "Tell me please, where is the answer?" The waters of the pond hardly moved at all, the rays of the sun shining and sparkling on top creating ripples of light. But the pond had nothing to say to the little girl. Without losing hope, the little girl thought to ask the trees. The trees are big, old, have much wisdom, they should know, they have to know, she thought.
The little girl walked up to a group of impressive looking trees. She stood very straight and in a loud and strong voice said, "Oh, majestic and wise trees, I beg you to tell me where the answer is. She waited a good long while with her eyes closed so she could listen better. She only heard the rustle of the leaves in the wind.
She left the woods to go back to the grass once again and sat down in the sun. Now she was discouraged. She started to cry. Her tears came on their own, hard and fast like the waters of the stream and she couldn't stop crying for a long time. When finally she felt like every drop of water in her body had been dried up and her body was tired from so much sobbing, she lay down on the warm grass letting her face be toward the sun so the sun's rays could dry her tears. She slept.
When she awoke she noticed that something had changed. She rubbed her eyes. The air murmured in her ear, "Before you can find the answer, you must ask the question."
Soy Lorena.
5/22/07
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1 comment:
It took me a while, but I came by to read. I'm wondering where this will lead to. It has a Buddhistic feel to it and reminds me of my first story that I wrote - something similar about Seeker who was searching for the meaning of life. It's in a notebook somewhere in a box. If I ever find it again I may post it. Now to part two...
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