Por fin Valiente habló. --¿Carlita, quieres subirte en mi espalda y podemos dar una vuelta?
--Pues, está bien,--dijo Carlita, y rapidito se deslizó por la pierna de Valiente y se colocó en su cuello como un collar de brillantes. Valiente empezó a saltar y correr y dar vueltas en el pasto mientras Alón los miraba con anhelo por no poder hacer lo mismo. Seguían jugando así cada vez más lejos y más lejos hasta que Alón casi no podía verlos.
--¡Esperen!—gritó. --¡Valiente, Carlita, espérense, por favor, no se vayan!
Pero ya era tarde, ahora eran puntitos en la distancia y Alón estaba solo y más triste que nunca. Suspiró. Sentía sus hojas pesadas, sus ramas tiesas y sus raíces tercas. Ay, si pudiera caminar, pensó, estaría tan feliz.
En este momento llegó una brisa haciéndole cosquillas en su hojas. La felicidad, decía la brisa, la felicidad está…………y se fue la brisa sin terminar la frase.
Para Alón no había felicidad, nació roble y así sería el resto de su vida, un roble que pasaría los años en un sólo lugar, que tendría solamente un punto de vista para siempre, que miraría el mundo pasar en frente de él sin ser parte del movimiento, de la acción. Así rumiaba Alón durante todo el verano hasta que sus hojas comenzaron a cambiar de verde a rojo y pronto tendría que prepararse para la siesta larga y fría del invierno aguantando los vientos y las nevadas parado allí y pelón.
--¡Alón! ¡No seas tonto!
Alón miró arriba y vio a la pequeña nube, Anabela.
(Continuará)
Alone Again
Finally Valiant spoke. “Carley, do you want to get on my back and we can go for a walk?”
“Well, okay, “ Carley said, and she quickly slithered up Valiant’s leg and settled onto his neck looking like a diamond necklace. Valiant started to skip and run and spin around in the grass while Alon watched them with longing because he couldn’t do the same. They kept on playing each time farther and farther away until Alon could hardly see them.
“Wait!” he shouted. “Valiant, Carley, wait, please, don’t go!”
But it was already too late, now they were mere points in the distance and Alon was alone and sadder than ever. He sighed. His leaves felt heavy, his branches stiff and his roots stubborn. Oh, if only I could walk, he thought, I would be so happy.
At that moment a breeze arrived tickling his leaves. Happiness, said the breeze, happiness is………and the breeze left without finishing the sentence.
There was no happiness for Alon, he was born an oak tree and that’s what he would be for the rest of his life, an oak tree who would spend his years in only one place, who would have only one point of view forever, who would watch the world pass by in front of him without his being part of the movement, the action. Alon ruminated like that all summer until his leaves began to turn from green to red and soon he would have to prepare himself for the long, cold sleep of winter, withstanding the winds and snowfalls, standing there bare.
“Alon, don’t be stupid!”
Alon looked up and saw the little cloud, Annabelle.
(To be continued)
Soy Lorena.
11/24/07
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