Sunday, February 15, 2009

La Oración

(Encontré esto por Internet y me interesó mucho)

Al pasar de los años he transitado por muchos cambios en cómo veo la oración. Solía considerar que la oración era una manera de lograr que Dios me diera lo que pensaba que realmente me hacía falta. Mi crianza católica me enseñó a recitar el Salve María y Padre Nuestro y algunas oraciones más que no recuerdo. El mensaje que recibí de las monjas era que de alguna manera eso nos haría mejores a los ojos de Dios. No recuerdo que orara demasiado en mi niñez fuera de lo que se requería en la escuela católica y en la iglesia los domingos. Siempre tuve un rasgo rebelde y tendía a rechazar aquello que tuviera que aprender de memoria. Para cuando llegué a la adolescencia y concurrí a la escuela pública ya había rechazado toda disciplina espiritual que hubiera aprendido de la enseñanza católica. Además, las cosas iban bien para mí y entonces no veía la necesidad de orar. Antes de embarcarme de veinte añera en mi viaje espiritual, seguía sin sentir la necesidad de apelar a Dios para nada. Creía en Dios, pero consideraba que la oración era algo que se hacía cuando una estaba en la miseria o luchando con algo con el cual no se podía sola.

Para cuando me convertí en estudiante del Curso, me había desilusionado lo suficiente con la vida para poder apreciar el lugar que ocupaba la oración en esa situación. El Curso me hizo darme cuenta que la oración era algo que hacemos todo el tiempo. Sólo que nunca pensamos que sea así. Eso fue algo que tenía que volver a aprender en el camino: que cada pensamiento que tenemos, sea positivo o negativo, es una forma de oración. Hay una cita en la página 3 de La Canción de la Oración que me sorprendió la primera vez que la leí: “Todos oran sin cesar. Pide y habrás recibido, pues has establecido aquello que te hace falta.” Sigue hablando de la escalera de la oración y los distintos niveles en que oramos. Considero que ese pequeño suplemento es el escrito más profundo e iluminador sobre la oración. También uso pasajes del texto y libro de ejercicios del Curso como forma de oración porque siempre hay algo que me conmueve profundamente y me eleva a una perspectiva mayor. Yo oro ahí mismo pidiendo ayuda para tener la voluntad de pensar y elegir lo que nos está pidiendo.

Solía estar muy desilusionada con la oración porque tantas veces creí que mis oraciones no tuvieron respuesta y le culpaba a Dios por no importarle. Al estudiar el Curso y llegar a conocerme más profundamente, aprendí que todas las oraciones se responden, pero no necesariamente en la forma que esperamos. Pero para que la oración se responda, necesitamos tener la voluntad de mirar lo que está obstruyendo nuestro reconocimiento de la respuesta. Cuando las oraciones no funcionaban como yo pensé que debían, encontré que debajo de mi profunda necesidad de que se respondieran las oraciones estaba la oculta desconfianza de que Dios no los iba o no podía responderlas. Así que inadvertidamente, mi duda y desconfianza en Dios era una contra-oración que bloqueó la llegada de la Respuesta.

No es fácil aceptar que todo lo que pensemos sea una forma de oración. Tal vez estemos preocupados, disgustados, dudando, o desilusionados y todos esos pensamientos y emociones terminan siendo una forma de oración que nuestro propio ego responde en formas poco felices. Demuestra lo poderoso que son nuestros pensamientos y cuánto hace falta que cuidemos lo que pensamos. Hace falta que miremos a las oraciones ocultas que oramos que pasan inadvertidas y sin examinar porque interfieren con la habilidad de Dios de llegar a nosotros. Queremos que nuestra vida mejore, que sucedan ciertas cosas o que nos libremos de ciertos miedos o problemas, pero al mismo tiempo estamos pensando cualquier cosa y sin embargo no los consideramos oraciones. Sin embargo en esos aparentes pensamientos sin sentido hay una oración pidiendo ser independiente de Dios. Estamos orando para tener esos pensamientos separados, no importa lo ‘positivos’ o ‘negativos’ que pensemos que son. Queremos tener el ‘derecho’ y la ‘libertad’ de pensar independientemente de Dios, pero cuando estamos tristes o sintiendo que las cosas no están funcionando a favor nuestro, oramos a Dios para que nos dé lo que nos falta o para que corrija lo que está mal en nuestras vidas. Pero el problema es que no funciona muy bien porque queremos que la respuesta se dé en nuestros términos.

Para mí la oración en realidad es acerca de cuánto sentimos que queremos abrirnos a Dios y confiar en Él. ¿Mucho? ¿Un poco? ¿De vez en cuando? ¿Sólo si estamos realmente desesperados? ¿Sólo en las áreas de la vida en que las cosas se embarullaron, que no avanzan? Entonces la oración se relega a la categoría de “sólo para emergencias” o a la de “ya no puedo sola con esto– así que por favor ayúdame.”

Estoy aprendiendo a orar de manera distinta de que antes. Es un proceso en constante evolución y uno que me está trayendo más humildad a medida que aprendo que quiero consultar con más frecuencia a Aquél que está adentro. No sólo para pedir ayuda, sino para mantenerme en contacto como uno hace con aquellos que ama. Sólo para conectarse y estar juntos. También oro por aquellos que sé que están luchando porque sé que no sólo los ayuda a ellos, también es una manera para que yo descubra mi Ser más profundo que es parte de todos.

---Escrito por Louise Flechette

(English another day)

Soy Lorena.
2/15/09

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