Mi coche y yo nos conocimos en el año 1988. En aquel entonces mi coche era joven, nuevecito que digamos y lleno de energía. Ibamos a muchos lados juntos, mi coche y yo, siempre con seguridad y siempre con cuidado y tranquilidad. Mi coche era mi amigo, mi mascota y como parte de mi familia. Mi coche nunca me decepcionó, era fiel y firme. Mientras pasaban los años a veces mi coche se enfermaba y tenía que llevarlo al "hospital" para coches, pero después regresaba totalmente arreglado y listo para seguir más aventuras conmigo.
La verdad, estaba yo muy contenta con mi coche. Sentía que era una extensión de mi persona, que era parte de mí y cuando llegó el momento de vender mi coche, pues, no fue nada fácil. Sólo pensar en la acción de venderlo me salían las lágrimas, pero mi vida va cambiando cada día más rápido y sabía que a pesar del dolor, no me quedaba alternativa. Tenía que ser fuerte y hacerlo, ni modo.
Ahora llevo cuatro días sin mi coche y todavía estoy aquí, o sea, sobreviví la experiencia sabiendo que fue lo mejor, mejor para mí y mejor para la persona que lo compró.
Todo cambia, ya sabemos y hay que aceptar los cambios como parte de la experiencia de vivir en este planeta.
¿Extraño mi coche? Pues, sí, pero voy a seguir adelante sin lamentos. Así es la vida, así tiene que ser y acepto todo, no veo nada como pérdida, todo es ganar y todo es bueno.
Entonces, adiós mi lindo coche, me has servido bien y te agradezco todos los años que convivimos juntos, que te vaya muy bien en tu nueva vida.
Soy Lorena.
9/15/10
Wednesday, September 15, 2010
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