Today is Saturday and I’m still recovering from the trip. We got our kitty back even though I was prepared to let him go to a new home. They didn’t want him after all. So here we are, back in the world of predictability, back where I know when I turn on the hot water it will be the temperature I need, back where I can drop the toilet paper into the toilet and not feel guilty, back to the “I’ll give this place one thing,” he said, “It’s quiet.” Yes, a little too quiet. Is there any life around here? Does anyone really live around here? Ah, yes, our familiar bed. I slept until 8:30 this morning, didn’t wake up once, got up and did my morning workout, even ran around outside. There was sun, amazing, a blue sky kind of like San Miguel. Oh God, San Miguel. I was so sure I wouldn’t cry this time when we got on the plane in Leon, but as soon as my feet stepped onto the gringo plane, it hit me and the tears came. It’s just that I saw the mountains in the darkness and they reminded me, yeah, they reminded me of what I was leaving, the cobblestone streets, the colors, the cantera, my brother, the anonymous greetings, the gringo discussion groups, the happy knitters, the Spanish discussion group, the healers, the concerts, the warmth, the blue blue sky, the dogs barking, the cats screeching, the baby crying, the car motors, the sounds of life, the sounds of people living and changing and growing and laughing and crying and just being, like even here where we are just being.
Hoy es sábado y todavía estoy recuperándome del viaje. Regresaron nuestro gato, aunque estaba preparada de dejarlo ir a un hogar nuevo. No lo querían. Entonces, aquí estamos otra vez en el mundo previsible donde sé que cuando prendo el agua caliente será la temperature que necesito, donde puedo dejar caer el papel higienico en el inodoro y no sentirme culpable, otra vez regresada a “Le doy una cosa a este lugar, “ dijo, “es tranquilo.” Sí, demasiado tranquilo. ¿Hay vida cerca de aquí? ¿Hay alguien viviendo aquí? Ay, sí, nuestra cama familiar. Me dormí hasta las 8:30 esta mañana, no me desperté ni una vez antes, me levanté e hice ejercicio aun afuera. Había sol, asombroso, un cielo azul parecido a San Miguel. Ay, Dios, San Miguel. Estaba segura que no iba a llorar esta vez cuando nos subimos al avión en León, pero al momento que pisé el avión gringo, me golpeó y llegaron las lásgrimas. Es que vi las montañas en la oscuridad and me recordaron, sí, me recordaron de que dejaba, las calles de adoquines, los colores, la cantera, mi hermano, los saludos anónimos, los grupos de discusión gringos, las tejedoras felices, el grupo de discusión en español, el grupo de sanadores, los conciertos, el calor, el cielo azul azul, los perros ladradrando, los gatos gritando, el bebé llorando, los motores de los coches, los sonidos de la vida, los sonidos de la gente viviendo y cambiando y creciendo y riendo y llorando y simplemente existiendo, como aquí donde estamos solamente existiendo.
Soy Lorena.
3/6/10